No se si alguna vez compartiste navidad con los Astorga Moreno? Recordarás, o entérate, que siempre fue una mesa eterna, en la cabecera mis abuelos y por edad y consanguineidad se iban alejando hasta llegar al otro extremo, un par de kilómetros mas allá, a la mesa del pellejo. Allá estábamos los niños. 

Un infaltable era el pesebre de mi abuela, bueno eran dos. Uno con figuras de yeso que ella misma pintaba y que el resto se ocupaba de adornar. Recuerdo el engrudo sobre los sacos de cemento, la arena para dar textura de cerros, la tierra de color y la harina blanca en las puntas de estas cordilleras. Animales de los juegos de granja de algún infante y recuerdo también haber visto un par de balsas y kayaks bajando por los ríos que nacían de esa nieve seca. El pesebre, con muros y techo de paja cortada del potrero y la infaltable luz detrás del escenario, ojalá envuelta en celofán para darle mas calidez. Todo esto enmarcado por piedras del jardín que marcaban el término del lado espiritual y el comienzo del mar de regalos que cada familia aportaba. Y somos una familia grande. 

Y estaba el otro pesebre, ese armado con nosotros, los nietos. Recuerdo haber sido la virgen María en un par de ocasiones y el Pelao era José. La guagua de turno hacia de baby Jesús y los primos que se animaran eran reyes magos, pastores y pastoras. Siempre terminando con un villancico entonado por varios nietos. En fin, un acto que la abuela nos hacían practicar para darle un toque mas religioso a esta fiesta asistida por puros laicos. 

Cena fastuosa, bien regada, regalos, risas, el guri guri, el himno del Colo Colo, el conteo de las 12 en la radio o la tele, regalos, mas brindis y cada uno pa´ su casa. 

Crecimos y de pronto ya no recuerdo el ultimo acto que hicimos. La tradición se detuvo, habrá sido por la falta de creyentes en el acto católico de esta familia. Pobre abuela, ninguno le salió beato. 

Y los años pasaron y yo crecí. Me hice muy amiga de mi abuelo, amiga y esclava. Se enorgullecía de llevarme a todas partes, arreglada y presentarme como su chofer. Mas de algún matrimonio, una celebración de ex alumnos de Cambridge en la embajada es los Estados Unidos en Chile. No se preocupaba de pedir un puesto extra porque no tenía duda alguna que mi pinta y, pero en realidad era el cariño que le tenían, me abrirían las puertas. 

En eso estaba, era diciembre, a principios y me toco llevarlos a Santiago, a los dos, la Nena y Eduardo. La primera parada fue a la clínica. Era Guillermo, ese hermano con la voz mas increíble que escuchado. Ese tío de la farmacia, ese tío que por alguna razón me tenia buena y cada vez que llegaba donde mis abuelos me llevaban una caja de bombones privilegio o prestigio, no recuerdo el nombre.  

Tampoco recuerdo que le pasaba pero estaba mas o menos y lo fuimos a ver. Hablamos de la navidad y mi abuela con nostalgia recuerda los pesebres de nietos. Ya no se hacían actos en navidad y me dice que porque los nietos no se organizaban. «Me muero de lata de hacer de María de nuevo abuela», pensé… tendría que pagarme mucha plata… pero el tío Guillermo esta internado asique solo sonreí, lo pensé, pero no lo dije…cuando de pronto… tuve una visión…vi a la estrella de Belén…vi a los reyes magos y lo supe! Fue esa inspiración que anda siempre recorriendo el mundo buscando quien la tome y la convierta en realidad que se apoderó de mi. «Si», sonreí y le dije, «abuela, no se preocupe, este año me encargo yo». Y quedó feliz. 

Sería un acto diferente. Mas moderno, obvio pero sería genial! 

Escribí el guion, conseguí a los actores! Todos aceptaron! La Camila sería María y Pangal, José. Mi papá, el Yuyo y Ale los reyes magos, los primos más chicos serían los angelitos cantores. Elegí el villancico de los peces en el río que siempre me ha gustado. Recuerdo a Nalita muy chiquitita, a Sara un poco menos, las dos rubias con unos tirabuzones que les hice, hasta la Maicha con rulitos! El Amael, obvio, también angelito y mi estrella, la Sua. 

Adecuamos los mejores disfraces, los reyes magos con unos trajes que mi padre trajo de Mongolia, los tres iguales pero en diferente color. No podía creer que habían aceptado participar en mi obra. Estaba orgullosa. Esta navidad sería recordada durante años.  

La verdad, no recuerdo bien toda la obra, debo haberlo bloqueado, pero si algunas escenas….  

El acto partía antes del nacimiento, María estaba embarazada y daría a luz en el pesebre. Como se supone que fue… ¿Qué es eso de que la guagua aparezca lista y arreglada como por arte de magia?. Así que no. La obra empieza con una María parturienta. José, estaba dichoso con su primer hijo y claro, partió a celebrar y se le pasó la mano… tal vez mis actores se entusiasmaron un poco. Hacía poco que habían llegado los vehículos motorizados al otro lado. La primera fue una moto chiquitita con la que mi papa cruzó andando. Recuerdo a la Soco espantada por la contaminación que ese pequeño motor expulsaba. Y bueno, tenían que participar de la obra. María llegaba en moto pues estaba apurada por encontrar un lugar para tener a su guagua.  

Un José medio borracho y el Pangal que nunca ha sido muy buen actor, se tambaleaba de un lado para otro. Y llegó el momento! Comenzaba el proceso de parto y la Cami, como sabiendo lo que le esperaba varios años después, se pone a gritar y gritar pues parece que el parto era difícil. Y nace la guagua! Un hombrecito! Era el Kili.  

Por allá lejos, tal como dice la biblia, la estrella de Belén indica el nacimiento del niño dios. Y los reyes magos la siguen. Y aparecen los actores. A la Sua, la vistió la Nani. Se acuerdan esos body de encaje bien sexys que usa la Nani? Bueno, la Sua llevaba uno blanco y una hermosa estrella dorada…. allá al final de una vía láctea compuesta de vertebras…. O sea, en el poto… de que otra manera los reyes magos seguirían tan devotamente a una estrella? Obvio! 

Y comienzan a perseguirla, y nuevamente mis actores se les pasa la mano y el Yuyo con gestos ansiosos con sus manos trata de ganarle a los otros reyes la competencia por la estrella de Belén. Belén era la Sua. 

Y ya esta finalizando la obra! El toque final que es el bello villancico! Me uno al coro, así como los directores salen al final de la obra!, a penas habíamos empezado a cantar cuando se acerca la Abuela…. Y al oído me dicen: si van a seguir haciendo esto, lo paran ahora y quedo petrificada… no le gusto!!!!! No lo puedo creer! Y se me atraganta el villancico en la garganta y de pronto los espectadores empiezan a susurrar y se paran algunos, y se para la abuela y se va llorando!! La Tati y la Yuyín la acompañan y le ofrecen agua para que logre pasar este mal rato. No lo pueden creer. Recuerdo estar mirando desde afuera, protegida por la oscuridad, a mi abuela sentada en la cama de mi abuelo y las tías consolándola. El abuelo también.  

La Nani y la Gordita, primero preocupadas por la abuela la consuelan, pero luego salen al bando de afuera reclamando «Como pueden hacer tanto escandalo! y esa beata de la Tati! Si estaba tan buena la obra».  

Y así se divide la familia y yo no me atrevo a entrar a la casa. Quiero irme! Desaparecer. Deje a la abuela llorando para navidad. 

No se si pude comer algo, no se si abrí algún regalo. No se si volví a mirar a la abuela esa noche y probablemente ella no quería verme. 

Y esa fue mi opera prima… y «finalle». 

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