Hoy escribo sobre la vulnerabilidad a la que uno se expone cuando se establece un vínculo amoroso, a la que yo me expongo. Esa permeabilidad que decido adoptar cuando comienzo una relación, por poco tiempo que esta lleve. Aunque, para ser honesta, en mi caso no lo decido tan claramente… la mayoría de las veces me doy cuenta cuando estoy hundida hasta el cuello en ella.

Esto, a raíz de una conversación del finde con un amigo que empezó a salir con una mujer que pintaba pa buena, pero le pidieron más compromiso, el aceptó, sin embargo, y no le habló más. Lo que me hizo recordar mi propia experiencia del llamado Ghosting… ¡hoy todo tiene nombre!! ¡Me encanta!

Estaba yo pinchando con el hermano de un amigo, un tipo guapo y amoroso al que conocí un par de meses antes. No le paraba la lengua, lo cual para mi es bueno porque soy de pocas palabras (sin pisco sour) y, además, soy buena escuchando. El problema es que, con el tiempo, me fui dando cuenta de que hablaba casi todo el tiempo de él y si yo quería contar algo, lograba su atención por unos 3 segundos y volvía, no sé cómo, a tornar la conversación nuevamente a él.

Eso debió haberme dado pistas de que no pintaba pa bien… pero como las hormonas me dominan, me hice la tonta y dejaba pasar muchas cosas que en verdad no quería dejar pasar. Mas encima, como el ex anterior me había dicho que soy exigente, me fui pal otro extremo. Ah! Y unos días antes, este tipo me había dado el tan esperado y romántico “te quiero” (léelo como un susurro: te quiero) … debo reconocer que me dio un poco de nervios y me hice la lesa, pero él insistió y me dijo: “ila, es la primera vez que te digo te quiero”. Me cagó po! Me hizo bajar la guardia.

Además de lo autorreferente, lo que más me aburrían era la espera. ¡Qué manera de esperar a este tipo por dios! Si calculo para los 3 meses que duró, nos veíamos mínimo 2 veces por semana y esperaba entre 15 minutos (una vez que se esforzó mucho) a 2 horas (cuando era un “voy y vuelvo” sin poner una hora fija), dejémoslo en 30 minutos porque ando de buen humor: 30min x2veces por semana x3 meses = 12 horas de mi vida esperándolo.

Era cada vez peor, hasta que un día decidí volver a ser un poquito, poquito exigente y le pedí que me avisara cuando se atrasara: ¡gran error! Se fue furioso y me reto porque lo weviaba por 30 minutitos. Súmale Ley del hielo por 48 horas… ¡mal!

Pasado ese lapso decidí hacerme la madura y le escribí un mensaje para saber si dejábamos pasar lo nuestro o volveríamos a hablar. Me contesto pronto y me dijo que obvio que sí, que él no era de las personas que terminaba sin conversar (juro que me escribió eso ¡Tengo pruebas!), pero me dijo que estaba muy ocupado y qué tal vez dentro de un par de semanas tendría tiempo. Yo me iba de viaje en 3 por casi un mes.

La cosa se enfrió, no supe más de él hasta 2 días antes de irme cuando empezó a escribirme de nuevo, comentar todas o casi todas mis historias de Instagram y hasta corazones me mandaba si era una foto mía. Y así pasaron más de dos semanas, harto mensaje y volvía la ilusión, hasta que le hice un comentario en una selfie que publicó por lo guapo que salía y no me contestó más. Al otro día le pregunté si se había enojado y solo recibí un “visto” que me dio instagram. Nunca más supe de él.

 Wikipedia: Ghosting es un término anglosajón utilizado en forma coloquial para describir la práctica de cesar toda comunicación y contacto con una pareja, amigo u otro individuo sin ninguna advertencia.

El término «dejar en visto», utilizado en Latinoamérica para hacer referencia a la práctica de no responder un mensaje en WhatsApp, resulta similar

A mí me dejaron en visto…  ¿te ha pasado?

Se siente muy raro para una persona racional y que gusta tener la vida bajo control como yo. Raro actuar. Rara reacción.

¿Porque es importante?  no sé tú, pero cuando estoy en una relación amorosa, la mitad de mi ser responde a estímulos químicos y la otra decide hasta donde llegar con esa persona. Y yo soy honesta en mis relaciones, no tengo muchas, pero son honestas y entonces me abro, abro ese portal de intimidad y confío. Confío en la persona que decido estará a mi lado por el tiempo que dure.

No somos para todos, así como no todos son para mí por eso es tan especial cuando encuentro un alguien con quien compartir mi tiempo, apostando a que la persona con la que desarrollo este vínculo responderá de la misma forma. Este vínculo que se da con amigos, parientes o amantes.

Me es difícil confiar en otra persona, pero entregar la confianza, pasar el testigo (el palito en una posta) es como tirarse al vacío sin saber si el paracaídas se abrirá, pero me arriesgo y lo hago y me equivoco a veces y acierto la mayoría.

Estando en esta intimidad, ¿cómo saber si la otra persona está en la misma? No lo sabes, apuestas y puedes ganar o perder. Esa vez yo perdí, me sentí traicionada, manipulada, vulnerada. Dudé de mí, de que hice mal, de pensar que nunca debí pedirle puntualidad para empezar, pero no, no arruiné la relación por pedirle un aviso, solo evidenció que lo que la sostenía era que me dejara pasar a llevar por él.

Como leí en un post de Facebook, de esos bien cursi: hay que dejar de tener conversaciones difíciles con gente que no quiere cambiar, hay que dejar de aparecer ante personas que son indiferente a tu presencia y, sobre todo, dejar de dar tu amor a quien no está listo para amarte.

Y como mi cabeza habla, la escucho decir: Ila, ¡no seas lesa!! ¿No te das cuenta de que la que ganó fuiste tú?

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